Fotografía de F.Puigcarbó y otras cositas más de Flor |
Esta casa vieja siempre le fascinó. Desde muy pequeño iba camino del colegio de la mano de su madre y la miraba, la miraba y siempre tenía que pasar por encima de los dos peldaños que había cerca de la puerta con su madre siempre regañándole porque ya era tarde.
Era siempre lo mismo, salían de casa siempre corriendo, porque era un problema todas las mañanas para despertarse, para vestirse, para comer.
Cuando se sentaba a tomar el desayuno, la taza con leche y el pan con mermelada hecha por su madre de los membrillos que su abuela mandaba en una cestilla allá del pueblo y que venía al cuidado de un maquinista del tren que era su vecino, una persona de mucha confianza, parece que la leche crecía en la taza y el pan quedaba solo porque la mermelada desaparecía...
Muchas veces seguía muy callado y pasado unos diez minutos preguntaba a su madre quién vivía en la casa vieja y su madre le contestaba que la casa estaba cerrada hace mucho tiempo y que no vivía nadie allí.
Llegó un día en que ya era un adolescente su madre ya no lo llevaba al liceo, la curiosidad era tan grande que se reunió con dos amigos más que también les gustaba el misterioso y decidieron que irían intentar abrir la puerta de dicha casa.
Uno de esos amigos sabía algo más de la historia de los antiguos habitantes que según él eran tres hermanas que quedaron viudas y solo salían en la noche. Dicen los vecinos de aquél tiempo que durante el día las ventanas estaban siempre cerradas y en la noche abrían las ventanas y las luces seguían prendidas toda la noche.
Algunos años más tarde dejaron de ver las luces prendidas, las hierbas empezaron a crecer cerca de la puerta y nunca supieron si las mujeres se fueron, si murieron, todo quedó en un misterio muy grande.
Alguien contó que en algunas noches se oían voces viniendo de dentro de la casa que se confundían con el viento y con el movimiento de las ramas de los arboles.
Como habían combinado los cuatro amigos siguieron con un poco de temor porque tres de ellos desconocían por completo todo aquel misterio.
Cuando estaban aproximándose parece que los pies no querían seguir adelante, parece que daban dos pasos en frente y uno para atrás. Llegados en frente a la casa de seguida pusieron el oído en la puerta a ver si oían algo, uno de cada vez, después se miraron y estaba todo en silencio. Hicieron un esfuerzo en la puerta pero a pesar de estar con la madera envejecida no se movió. Parece que la tarea estaba siendo más difícil de lo que pensaban.
Empezaron a conversar bajito sobre lo que iban hacer, la tarde ya estaba oscureciendo y la hora de la cena llegando.
Iban a desistir y volverían otro día.
Estaban ya decididos a regresar a sus casas y los cuatro empezaron a observar con atención la ventana ya sin cristales pero tapada con madera ya agrietada.
Los cuatro amigos se quedaron petrificados, con los ojos bien abiertos y la boca abierta pero sin salir palabras, apuntando hacía la ventana.
Salieron corriendo como locos uno para cada lado en dirección a sus casas.
Ellos no contaron a nadie lo que habían visto, pero yo les cuento. Tuvieron una visión de la cara de una mujer que los estaba mirando.
Pregunta: Saben quién era esa mujer??
Respuesta: Yo!! la mujer que escribió esta historia.
Bien que los protagonistas podrían ser "Los Cinco", pero no, solo fueron los cuatro, el perro no quiso ir, se quedó en casa. Sera que el perro ya sabía el final de la historia?
Autor: Flor